jueves, noviembre 24, 2005

Lo que pasó es que...

de repente se vació y poco se puede hacer cuando esto pasa. Debió comenzar como una filtración diminuta de humores constituyentes que con el tiempo creció hasta destruir diques y tabiques. El asunto es que la cabeza se me vació y se transformó en un desierto de polvo yermo, salpicado por manchas de arbustos estériles. Todo por la puerca Felicidad y sus intentos de penetrar. Ésta blanca y obesa intrusa se abre paso rápidamente, tan rápido que nunca me entero que llegó hasta que ya se fué. Y es entonces cuando la pálida y azul muchacha que es habitante regular regresa un poco entre tímida y avergonzada para susurrarme al oído cosas tan buenas de la gorda y de lo bueno que es cuando ésta viene. Y yo, que ya le tengo cariño a la pobre, la contraopino diciéndole que no puedo crear ideas ni escribir cuando llega la otra porque abarca todo y no hay espacio para más. En cambio con ella la cosa es mucho más distinta, es mucho más fácil desahogarme frente al ordenador con ella en mis hombros. Pero ésta que es tan obstinada nunca me toma muy en serio y dá su lugar sin protestar cuando llega doña Felicidad. Nunca he estado seguro, pero me parece que aunque esté un poco contra su naturaleza, la azul tristeza se pone un poquito contenta cuando se va de mí. Pero como ya no la veo más cuando no está, no puedo decir si eso es cierto.

2 comentarios:

elpatojo dijo...

Calixto, lo dijo el gran Rulfo: "La alegría cansa", lo que quiso decir con eso, lo ignoro; pero de que suena a cierto, lo juro.
Me gustó. Le sentí un deje metálico bastante cortaciano. Perdón si esto ofende.
Salud!

Gora dijo...

De ofender nada, por el contrario, pero juro que no era la idea. Es que si lees al autonauta ese, es difícil sacarselo como influencia