miércoles, noviembre 09, 2005

El diablo de visita

El futuro inmediato tan lejano y el pasado tan distante en la historia. Imagino mi hígado destilando algo viscoso y amarillo y los pulmones carbonizados después de tantos cigarrillos. Es casi un autosuicidio conciente.
La habitación se vuelve pequeña después de un momento imaginando lo pasado y las consecuencias, intentando alcanzar el horizonte de lo que está por llegar. El presente está trascurriendo minuto a minuto y ahora otro minuto. Las decisiones no llegan y el río se vuelve incontenible. Un tiempo después... inalcanzable. Entonces comienzo a soñar en imposibles, en futuros alternos, en presentes paralelos (si tan sólo hubiese elegido otra opción en aquel pasado ya tan lejano). Y me conformo y luego me resigno. Esta historia así va y así la elegí. Y lo que fué y lo que seré está en otro tiempo. Me toca estar ahora aquí y sin remedio volveré a elegir.
Hoy estuve en una catación de vinos, y un españolete importador de los dichosos líquidos y pasados los sesenta octubres alegaba a los organizadores que en los países civilizados la gente se comportaba así y no así como en este país tercermundista. Y pensé, bueno, si quiere vender acá se tendrá que acostumbrar a que la gente es diferente cuando el trópico le pega con calor y el sol está siempre sobre nosotros. Que a nosotros bastante nos han impuesto.

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