domingo, octubre 16, 2005

Dimitri

Desde siempre me ha gustado evitar la atención de las personas. Siempre que puedo, intento mantenerme sin ser visto, escuchar en vez de hablar, mantenerme pensando y analizando mientras todo pasa alrededor mío. Existen las personas completamente opuestas a este estilo tan poco social de ser. Son las personas extrovertidas, histéricas y socialmente correctas. Estas se comportan de tal forma que logren la mayor cantidad de miradas sobre ellas y mientras mas sean, mas felices. Risas escandalosas o ropas muy llamativas.
Poco mas o menos, yo soy lo opuesto. Y a veces creo que juzgo demasiado fuertemente a las personas expuestas voluntariamente al escrutinio de los demás. Se me presentan como exageradas, sobreactuadas, con una ridícula confianza personal, o una falsa confianza que denota precisamente lo contrario.
La noche de hoy se nos ocurrió sanamente acudir a la mágica obra circense de Pancho Toralla y la Araña, quienes con malabares, divertidos diálogos y una buena cantidad de improvisación, presentaron un espectáculo bastante cómico y relajado. Fué un regresar al humor infantil e inocente. Regresé a los juegos de la niñez en la época donde sólo existía el Atari, a cuyo acceso estaba limitado tan sólo un corto tiempo al día. Los juegos imaginarios eran los que llegaban a la mente que recreaba a los héroes de la tele o de los cómics. Hablar como los superhéroes o supervillanos era siempre un juego entretenido. Amenazaban educadamente e insultaban sin palabras altisonantes. "Esta vez no escaparás" "Estás acabado" "Esperáte... ahora sí, te lanzaré este rollo de papel toilette" "¡Oh no, un rollo no!" "¡Toma!"
En este ritmo sucedía la presentación que era bastante inusual pero que me arrancaba carcajadas por parecerme tan familiar. Ya he dicho que me recordaban a mis propios juegos de antaño.
"Ahora sí villano, le pediré a Dimitri que me ayude a colocarte esta camisa de fuerza" dijo el mago de la lámpara.
"¡Dimitri!" repuso la araña.
"Ven Dimitri, ¡ayúdame!" dijo el mago, pero dirigiéndose a mí.
Todas las miradas del teatro se fueron hacia mí haciéndome muy pequeñito mientras mi cara la sentía roja y D riéndose entre nerviosa y complacida. Oh cielos me dije a mí mismo... ¡Yo soy Dimitri!
Por supuesto, Dimitri subió al escenario pensando mucho y sin pensar en nada. Lo primero que hice arriba fue ver al público y las luces sobre mí que me hacían ver tan sólo siluetas mientras escuchaba las carcajadas que me parecieron demenciales. La araña, al ver al ayudante de su enemigo a su alcance, lanzó un puñetazo juguetón que me desequilibró. La verdad ya no entendía nada.
"Colócale la camisa de fuerza Dimitri, ¡apresúrate!"
Y Dimitri, obediente como un borrego, comenzó a apretar los cinchos en la espalada del malvado Araña.
"Ahora átalo con ésta soga"
Dimitri nunca ha sido bueno haciéndo nudos, y menos con una soga mas ancha que una anaconda amazónica. Esa cuerda nunca se acababa, y mientras el mago me preguntaba "Nunca fuiste Boy Scout ¿verdad Dimitri?" y la Araña decía "este está peor que el de ayer", yo procuraba alcanzar la misión y regresar lo antes posible a hundirme en mi butaca. Tuvo que llegar la ayuda de Dimitri 2, otro pobre desafortunado que caualmente estaba en mi mismo colegio cuando era pequeño.
El show continuó por supuesto, y pude regresar a mi asiento a desahogar todo aquello apretándole la entrepieran a D como si fuera la culpable. Ahora en mi pensamiento se me repite la idea: "Yo hubiera pensado que el pobre Dimitri era algo idiota".

No hay comentarios.: