jueves, agosto 16, 2007

Una noche en el Palacio


Concierto del Cuarteto Contemporáneo en el Palacio Nacional. Martes 14 de agosto de 2007, 20 horas, entrada gratuita. El centro de la Ciudad de Guatemala se transforma de noche, poca gente caminando por las calles mientras las ventas lentamente desaparecen despejando las aceras. Si uno es capaz de quitarse los alfileres que, clavados en la piel, sujetan esa delgada pero pesadísima tela de miedo que cubre a cualquier peatón de la ciudad, se podría llegar a sentir que el centro se funde con uno y se experimenta una sensación de adueñarse, por unos minutos, de las calles y avenidas.

El salón de recepciones no se logra llenar, muy a pesar del repertorio y la calidad reconocida de los músicos. El palacio luce bien. Al igual que las calles que lo rodean, se ve mucho mejor de noche. El maestro Joaquin Orellana, ese nuestro Mozart moderno viviendo aún la época de incomprensión, está entre los asistentes. Al interpretar una pieza de Orellana las luces empiezan a apagarse y los chavos de Caja Lúdica emergen de entre las sombras para realizar una coreografía que nos recuerda a los que quedaron en algún lugar buscando a los desaparecidos. Otra pieza incluye los sonidos de los habitantes del centro, pero de los habitantes noctámbulos; mendigos y niños abandonados por la sociedad. La pieza es esquizofrénica y dispersa, se conecta y nos conecta con tantas miradas... bueno, con esa mirada única en la que metimos tantas miradas intercambiadas con esos otros seres en quienes nos reconocimos y de quienes huímos e ignoramos... pero que están allí, esperándonos.

Por último, la proyección de Qak'aslemal, un filme visual y sonoro (con música de Paulo Alvarado interpretada por el Cuarteto por supuesto) en el que se suceden, una tras otra, imágenes idílicas y emblemáticas de nuestra realidad, de la vida en el campo, de las tradiciones. Con una fotografía nítida, el filme es capaz de llevarte al mismo lugar en el que estás, pero que al mismo tiempo es ese otro lugar idealizado, la patria soñada. Tal vez muy fuerte para los que ya habíamos dado todo por perdido, incluso hasta te deja un ramo de esperanza en la mano, pero igualmente te dás cuenta que pasás demasiado tiempo metido en las calles y en la ciudad.

Final: Vino en generosas cantidades.
Conclusión: muchas veces las mejores opciones de esparcimiento son gratuitas y de gran calidad pero no se llenan. Mientras tanto, los conciertos y fiestas de moda cuestan carísimo y se llenan a reventar. Curioso.

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