miércoles, agosto 10, 2011

El barquero de Tamara


“Al pasar la barca me dijo el barquero:

las niñas bonitas no pagan dinero.

Yo no soy bonita ni lo quiero ser,

tome su dinero y lléveme usted”


Mamá me contaba historias viejas, cuentos de cosas que pasaron hace mucho tiempo, hace muchísimo tiempo enfatizaba mi mamá, seguramente para que las arañas del miedo no treparan por mis piernitas ni llegaran caminando por la espalda hasta donde comienzan mis trenzas. Bueno, en realidad mamá no me contaba todas esas cosas porque ella las hubiera vivido, las leía de un libro gastado y viejo que tenía fotos de edificios y monumentos en la portada. Habían muchas historias y cuentos en el libro, pero mamá solo me contaba las que eran de fantasmas, “espantos” decía ella, y estaban plagados de gente extraña y loca, gente muerta, diablos y brujas. Como estaba con mi mamá nunca me daba miedo, pero si me los hubiera leído alguien más de plano me hacía pipí. Lo que siempre me parecía extraño era que muchas veces las cosas mas extrañas pasaban cerca de donde había agua: de alguna fuente, de una pila, de algún estanque o de un río. Es una lástima que mi mamá se haya muerto ya porque ahora yo le podría contar una verdadera historia de esas porque ya lo viví.

Mamá murió hace mucho tiempo, papá nunca tuve, tampoco hermanitos y mucho menos dinero. Por eso me metieron a esta casa vieja en donde vivimos todos los niños que somos huérfanos. Acá ya nadie tiene papás pero a veces hablamos de ellos, de lo que hicimos juntos cuando todavía estaban vivos o de cualquier cosa que recordemos. Tamara no, ella nunca habla de ellos, ella dice que habla con ellos. Tamara es la niña mas rara de todos los que vivimos en ésta casa. Tiene una extraña enfermedad en los ojos, pobrecita, los tiene todos blancos y la señorita dice que ella no ve. Algunos niños le tienen miedo pero yo no, yo platico con ella cuando no está cerca de la pila.

Todas las tardes, cuando el sol ya se está yendo, Tamara va a la pila, se sienta en una silla y le platica al agua durante horas y horas. Algunos niños ni se atreven a ir a verla hablar porque les da miedo. Y bueno, tienen un poco de razón porque algunas veces regresa con una monedita de oro. Algunos niños dicen que tiene moneditas enterradas en el patio pero por más que hemos escarbado cuando ella no ve, nunca hemos encontrado nada. Ella dice que sus papás le dan las moneditas.

Cuando Tamara regresa de la pila todos los niños tienen miedo, mucho miedo. Si trae una monedita todos se ponen a llorar. Las señoritas no saben de las moneditas y creen que esas noches todos nos volvemos locos. La noche cuando hay monedita Tamara va a la cama de algún niño, la deja en su mesita de noche y le dice: “es para tu viaje, buen viaje”. Nadie sabe por que pero al niño a quien le da la monedita se le va el miedo, se ponen más tranquilos, como resignados. A la mañana siguiente amanecen muertos la mayoría, si no se mueren en la noche se mueren al día siguiente. Yo se que Tamara no los mata, ella solo les desea buen viaje, a fin de cuentas, la mayoría acá estamos enfermitos.

Hoy Tamara me vino a dejar mi moneda y me siento liviana como una pluma, nunca me dio miedo, no sé bien por qué pero yo ya sabía que ella vendría ésta noche. Una vez oí a un niño decir, antes de irse, algo de un barco.

"Rocío se fue hoy" dijo la enfermera.

"Ya estoy harta de trabajar en un asilo" dijo la otra "siempre viviendo entre la muerte, mañana me busco otro trabajo".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mientras Tamara deja moneda el rocío del amancer depara el destino para los que no tenemos aún no las tenemos.Besos