jueves, enero 07, 2010

دلتنگی برای میهن


En los días cercanos a la Navidad ocurrió un suicidio cerca de la tienda donde acostumbro comprar mis cigarrillos, en la casa vieja que alguna vez estuvo pintaba de crema. Ése día vi al MP entrar y salir toda la mañana. Los pobres señores que le alquilaban el cuarto al suicida estuvieron todo el tiempo allí, parados en el umbral de la puerta, con cara de consternados. Junto al cuerpo encontraron ésta nota:

Ofelia:
¿Te recuerdas lo que me preguntaste el día de los barriletes? No te contesté ése día, pero la respuesta es no; la nostalgia si.

Nunca pude soportar la nostalgia mi amor, y tú lo sabes bien. Sé que te enfurecía y más de una vez me llamaste "poco hombre" por éso. Nunca me importaron demasiado tus palabras cuando eras malvada. Siempre me importó más la nostalgia.
Ahora que ya no podrás llamarme al teléfono ni buscarme, también la sentirás, estoy seguro; aunque también sé que vas a sentir mucha rabia.
Es difícil vivir con una tristeza metida en el cuerpo todo el tiempo, como la arena de un desierto que no puedes sacar nunca más. Mis amigos que se fueron, mis abuelos, mi tío. Sus recuerdos constantes me ponían triste todos los días y muchas veces lloré. Tendría que haber superado ésas pérdidas, pero creo que nunca tuve la voluntad de hacerlo y éso hizo más difícil todo.
Incluso estar contigo, riendonos como persas o simplemente tumbados en mi cama, yo viéndote y tú viendo la tele, me daba nostalgia. Yo la llamo nostalgia futura porque me ponía a pensar que algún día uno de nosotros, tal vez ya viejo, iba a recordar ésos momentos y una tristeza universal lo derrumbaría todo por dentro.
Ver a mis viejos madurar canas, envejecer sus cuerpos y empequeñecerse me enfurecía con el tiempo (siempre una inclemente maldición). Prefiero recordarlos fuertes y sanos, como cuando veía a mi padre grande como un oso.
Pero ¿sabes que me daba nostalgia en especial? Los zapatos de la gente. Siempre que miraba tus zapatos de trabita, gastados y un poco sucios te quería un poco más. Pensaba en la niña que alguna vez fuiste y nunca conocí. En la mujer que sos ahora y tus problemas y tu incapacidad de comprar los zapatos que querías y la mía de comprartelos. Y cuando un niño en la calle me pedía limosna, si le miraba los zapatos era incapaz de no darle lo que tuviera.
No sé Ofelia, creo que nunca supe afrontar las pérdidas. Y en éste mundo yo perdí mas que lo que gané o no supe ganar por no saber perder. Y perder gente y sonrisas y alegrías y después recordarlas es lo más duro para mí.
Por éso mismo tampoco supe despedirme, así que lo único que me queda es decirte Bon Voyage.

Mateo

Ofelia nunca llegó, lo sé porque pude leer ésa carta. Me gusta imaginarme que alguna vez le preguntó a Mateo si creía que podía morir de amor. Ésta navidad la pasé un poco melancólico.











3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, Gora, lo felicito y siga adelante con este tipo de posts.
Saldudos;

Felibre Asunción Mosca

Issa dijo...

Hasta hoy pude leerte y pude sentir esa nostalgia de la que hablaba Mateo en su carta.

Que buen post!

Gora dijo...

Tú siempre tan generosa hacia éstas pobres letras.
¡Gracias Issa!