jueves, marzo 20, 2008

La invasión de los de antes

Ya me lo habían contado, aunque me pareció demasiado absurdo para creerlo. Aún con todo el respeto que le tengo al absurdo, consciente como estoy de que el absurdo rige el universo en el que nos movemos, aún así, aún con todo, no quise creerlo. Y no lo creí hasta que lo oí de los labios del Softy. Los antiguos espantos de las abuelas han vuelto.
El Softy es amigo de un guardia de seguridad, el Softy tiene muchos amigos. Su amigo, el guardia, trabaja el turno nocturno en Miraflores. Muy confidencialmente y ayudado por muchas Gallos, el guardia le confesó que vió una mujer desnuda bañandose en la fuente con un guacal de plata. El guardia se sabía bien la historia; corrió despavorido hasta su casa en donde sufrió fiebres indescriptibles durante dos semanas y todavía no se recupera. Lo hecharon del trabajo. No obstante, otro de los guardias desapareció misteriosamente. No hace falta mucha ciencia para saber lo que le ocurrió al calenturiento guardia. Yo, sinceramente, me cago un poco de la risa porque nunca me cayeron bien los guardias, demasiadas malas experiencias con ellos.
Después de oír ésta historia de parte del Softy, me recordé del jóven agrónomo que vive en lo que antes fué el barrio de Gerona. Una vez me contó su hermano que regresaba a casa bien a verga y antes de llegar a su casa vió por el retrovisor un perro negro horrible, con ojos de fuego. El pobre casi se mata, primero por el susto y después porque chocó el carro contra un poste de luz. A mí en lo personal éste chucho si que me llega un montón. Nunca lo he invocado, pero sí sería bueno saber que alguien lo cuida a uno cuando tiene que llegar a casa cuando se está un poco "enfermo".
Atando cabos después de oír éstas historias, no sería nada extraño pensar que el viejo Carruaje de la Muerte se hubiera adoptado a los nuevos tiempos y ahora, ya no jalado por sólo cuatro caballos sino por muchos más, se transfigure en camioneta urbana o extraurbana para cumplir su cometido.
Y por último, tantos niños de la calle... ¿coincidencia? Tal vez no. Tantos niños desaparecidos, ahogados, descuartizados, asesinados... aquí ya no hay sólo una Llorona, estamos invadidos de Lloronas. La sexta avenida.
Los viejos espantos están tomando la ciudad y no nos damos cuenta, poco hacemos, no queremos ver. Quizás sólo el Softy, el guardia y yo nos hemos dado cuenta. Bueno, el guardia, al parecer, está en su lecho de muerte. Así que les dejo estas líneas para que estén avisados. Estén atentos.

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