sábado, diciembre 10, 2005

Destino

Mi destino no es morir viejo, cansado ni olvidado. Mi suerte está marcada por la muerte, claro que sí. Pero celebraré el día de su arribo alegremente bebiendo el aguamiel que me brindará la anciana con guirnaldas y laureles en su cabeza. Me doy cuenta del envejecimiento en mi cuerpo, pero he optado por la juventud de los campos verdes y los hice míos en aquellos montes de nubes encumbradas. Temo envejecer por dentro y podrirme. No quiero despertar sintiendo el aliento de mis intestinos infectos. Por eso veo esa puesta de sol de acero brillante que me dá la esperanza de que la humilde choza en la que terminarán estos mis días se trasformará en amplios recintos verdes. La gloria está en la forma de enfrentar ese último designio que aguardo con premura. Si tan sólo dura un segundo y después me nublará el negro sueño, pues que así sea. Pero no pasará un sólo día sin que espere de pie la puntual cita de la muerte dulce y bella, mujer luminosa del último aliento.

1 comentario:

laotrasoyyo dijo...

Desgarrador