viernes, septiembre 15, 2006

Vivir con miedo

Todos los días hay muertes violentas en este lugar. Cada día nos enteramos por los periódicos de cuerpos desmembrados, acribillados, mutilados y abandonados. Los cuerpos sin vida se tiran en las calles al igual que la basura. Las calles no son de la gente ni de la ciudad. Pertenecen al miedo.
Todos los conductores ven por el retrovisor como buscando un auto infernal, que es como una leyenda. Si vas al volante, vas atento. Si alguien va detrás tuyo durante mucho tiempo, sospechas. Y si te sigue durante más tiempo todavía, comienza el pánico. No es el carro del cuco que te viene a buscar, es el del ladrón asesino que viene por tu vida.
Para quien va por la calle, poca cosa importa que llueva o tener que cruzar una calle muy transitada. La gente de Guate está muy entrenada para ver de reojo, analizar miradas e identificación de perseguidores. Es el mismo ladrón asesino, solo que dejó parqueado el carro y viene caminando detrás tuyo.
Salir de casa es caminar descalzo con las ropas de funeral. No lo sabés y tampoco lo querés creer, pero podés terminar tirado enmedio del tráfico y en tus últimos instantes de conciencia puedes ver como un charco de sangre, de tu sangre, te comienza a rodear. Y mejor no pensás en eso para evitar volverte muy paranoico o muy loco. Y te regresás a tu casa y pensas otra cosa.
Pero entonces oís los disparos de un arma accionada cerca de donde vivís, y pensás que es el ladrón asesino que te está recordando que te está esperando.

martes, septiembre 05, 2006

¿Tienen mejor gusto musical en El Salvador?

Los mega conciertos en Guatemala siempre son precedidos por enormes campañas publicitarias en vallas, anuncios de prensa, radio, televisión, etc. Son promovidos por empresas multinacionales y nacionales que se unen para pagar los onerosos costos que implica traer a los más mediocres y aburridos musicos de la escena musical. Esto, sin duda, responde al gusto musical de la inmensa mayoría, que dependen de la programación de las radios nacionales, cuya programación incluye lo mismo practicamente en todas las emisoras. Casi no existen radios especializadas en algún género distinto al pop en español y en inglés. Radio Infinita hace un buen esfuerzo por promover otros géneros musicales en varios programas y Radio Faro Cultural también merece ser escuchada, aunque es lamentable que no tenga el presupuesto necesario para digitalizar su discoteca, lo cual puede escucharse muy claramente en cada emisión. El público guatemalteco, por tanto, tienen un homogéneo gusto musical y cantan como autómatas las mismas canciones. Sólo la gente a quien en verdad interesa la música se preocupa por conocer un poco más del enorme universo musical.

No extraña entonces que los espectáculos musicales tengan que ser igual de malos que la música que pasan por las radios para que éstos sean rentables. Es la única forma de que acuda la suficiente cantidad de personas que justifique la inversión. Pero entonces ¿que pasa en El Salvador? Un país tan parecido a Guate y no obstante, los conciertos son de mucha mayor calidad. Yo no me entero de todo lo que ha llegado allá, pero al menos sé que han pasado por los escenarios salvadoreños Cerati, Jethro Tull, Molotov y Los Fabulosos Cadillacs, grupos que responden a estéticas musicales mucho más altas que cualquier otro concierto que se haya organizado acá en mucho tiempo (a excepción de Fito Paez y Charly García). ¿Acaso los salvadoreños tienen un mejor gusto musical que los guatemaltecos? ¿o solo son los empresarios de allá los que arriesgan un poco más que los de acá con tal de llevar música de mejor calidad?

Los mejores espectáculos de música en Guatemala son organizados por el Festival Bravissimo (muy elitista en cuanto a precios), Mosaico Cultural, los eventos organizados por electronik.net, que se mantienen siempre muy activos, los conciertos de la escena musical underground nacional y alguno que otro evento musical aislado y esporádico como Manifestarte, los Infinita Sound Festivals (¿por que el título en inglés?) o alguna otra cosa organizada por alguna embajada.

De momento parece que este escenario permanecerá inalterable en las décadas por venir, y por mucho tiempo tendremos que nadar a contra corriente para no morir en la mierda de música con la que nos tratan de ahogar.

viernes, septiembre 01, 2006

Librería El Pensativo y La Cúpula

Por medio de la columna de ayer de Maurice Echeverría me enteré que la librería El Pensativo cerraba sus puertas. Yo no recuerdo la primera vez que entré allí, tal vez fué hace unos diez años. Recuerdo muy bien que me llamaban de una mesa a otra y desde las estanterías. Eran las voces de libros que clamaban por que los devorara inmediatamente y me sentía bastante sediento frente a ellos. Pero también me dí cuenta de que los libros que me interesaban generalmente rebasaban por mucho mi presupuesto. Así que la mayoría de veces que visité El Pensativo salí con las manos vacías. Llegaba entonces a leer contraportadas, o algún párrafo escogido al azar. Al salir, sentía que un hilo me seguía conectando con el interior y me daba algo de rabia salir así.

Otras veces, las más felices sin duda, salía con uno o dos ejemplares para los cuales tuve que ahorrar un par de meses. En mas de una ocasión, cuando llegaba a mis manos algo de plata, me dirigía a la librería a comprar alguno de los más anhelados libros antes de que el dinero tomara otro rumbo menos provechoso.
Recuerdo que los libros de literatura y filosofía estaban a la izquierda, los de ciencias sociales y psicología a la derecha. Y en las mesas del centro, algo todo revuelto, entre la literatura light y los títulos de más sustancia y contenido.

A pesar de que se encuentra en una zona bastante transitada, el pequeño centro comercial guarda una extraña sensación de calma y de silencio. Recuerdo que de pequeño, a principios de los ochenta, acompañaba a mis padres a algunos centros comerciales, viernes o sábado por la tarde. Lugares como La Cúpula, pero también La Galería y la Plaza del Sol, lóbregos y silenciosos; las calles también eran poco transitadas. Tal vez el recuerdo ya lo modifiqué con el paso del tiempo, pero sentía que eramos los únicos allí. Baldosas de barro, madera por alguna parte y poca luz. Me gustaban mucho.

Un adiós a El Pensativo, que será otro lugar mas en el recuerdo, con su olor tan peculiar a libro añejo. De seguro que también conforme pasen los años, lo recordaré con más nostalgia. Y también al señor de bigotito de la caja, que una vez me habló de su pasión por la literatura rusa y que tanto me la recomendó.